En 1942, en Capitalismo, socialismo y democracia, Joseph Alois Schumpeter planteó un pronóstico fallido y una idea genial. Coincidió con Karl Marx, visualizando que eventualmente los países capitalistas se convertirían en socialistas; pero a diferencia de éste no por un fracaso del sistema económico, sino porque su éxito material no sería acompañado por la cosmovisión de las elites dirigentes. Pronóstico que, como se sabe, afortunadamente no se verificó.